La ciencia se sirve de la realidad virtual en un nuevo
avance médico que ayuda a diagnosticar el déficit de atención a través de un
test de evaluación que sumerge a los menores en una clase con su profesor
Manuel Antonio Fernández, coordinador de Neurología
Pediátrica de Valme.
En torno a un 5% de los niños de 6 a 11 años, un alumno
de cada aula si se considera la media por clase, padece el trastorno por
déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH). En el último año, y
gracias a la realidad virtual, detectar este trastorno es más cómodo y simple.
De este último avance se desprende que el uso de la realidad virtual va más allá
de los videojuegos y que también tiene aplicaciones clínicas, como demuestra
AULA, un test de evaluación que ayuda a diagnosticar el trastorno por déficit
de atención e hiperactividad (TDAH) y supone un importante paso a nivel
internacional.
AULA es un test que, mediante unas gafas 3D,
sumerge a los niños en una clase con su correspondiente profesor. El chico
deberá realizar una tarea, pero estará expuesto a "trampas" -como un
compañero virtual que le habla- para medir su tendencia a la distracción. Asimismo,
aporta datos sobre la actividad motora gracias a un sensor de movimiento. E
incluye otra novedad: mide la atención visual y auditiva por separado.
El
test no diagnostica el TDAH, pero aporta buena información a los especialistas,
los encargados del diagnóstico final. Además, los resultados
del test pueden compararse con los de otros chicos, "lo que nos aclara
perfectamente el nivel de rendimiento del paciente", explica Manuel
Antonio Fernández, coordinador del área de investigación de la Unidad de
Neurología Pediátrica del Hospital de Valme en Sevilla.
AULA salió al mercado hace poco más de un año, en junio
de 2011, y desde entonces han sido evaluados alrededor de 4.000 niños en nueve
países distintos. "Resulta muy útil para comprobar si el tratamiento es el
correcto", dice el psicólogo clínico Santiago Vatlla.
Por su lado, Flavio
Banterla, director de Nesplora, empresa que, en colaboración con el Grupo
de Neuropediatría de la Clínica
Universidad de Navarra, ha desarrollado el test de realidad virtual comenta
que "el efecto de inmersión es muy elevado". Los niños perciben el
test como un juego. "En cuanto se ponen las gafas, cambian
totalmente", explica Banterla. De ese modo, este revolucionario test ha conseguido que los pequeños finalicen la prueba.
Un problema al que tenían que enfrentarse los expertos ante las pruebas
tradicionales, de "lápiz y papel", para evaluar a los chicos.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad
es un motivo de consulta muy frecuente; el principal en la Unidad de Neurología
Pediátrica del Hospital de Valme, según el doctor Fernández. El médico destaca
la importancia de su detección precoz, porque el tratamiento adecuado puede
evitar que se desarrollen problemas sociales futuros, tales como el fracaso
escolar, problemas anímicos, más accidentes de lo habitual, un alto riesgo de
consumo de sustancias y mayor frecuencia de separación o divorcio.
La
tecnología de AULA es sencilla, parecida a un videojuego, no obstante, su
validez es muy elevada y su sensibilidad -capacidad de distinguir entre un niño
que tiene trastorno y otro que no lo tiene- es de casi el 95 %.
Diversos estudios, como los realizados por Fernández, avalan sus capacidades.
"El
uso de las nuevas tecnologías se está imponiendo en medicina",
sentencia el neuropediatra. AULA es sólo uno de sus múltiples ejemplos y a la
vez uno de los pocos que se basa en la realidad virtual.
AULA VIRTUAL
AULA es un sistema de tecnología de última generación
en 3D. Es un test de realidad virtual que mide en menos de 20 minutos la
atención, impulsividad, velocidad de procesamiento, tendencia a la distracción
y actividad motora de una forma totalmente innovadora y ecológica.
El programa se realiza en un entorno de realidad
virtual, mostrado a través de unas gafas especiales dotadas de sensores de
movimiento y auriculares. El escenario virtual que se presenta a través de las
gafas especiales es semejante a una clase de colegio o instituto, y la
perspectiva se sitúa en uno de los pupitres, mirando hacia la pizarra.
Los movimientos de la cabeza del niño son capturados
por las gafas y el software actualiza la perspectiva, dando al sujeto la
sensación real de encontrarse en la clase.
Durante el examen, los niños se someten a cinco
ejercicios, cuya eficacia ha sido probada en colaboración con especialistas,
colegios, asociaciones de pacientes y más de 1.500 niños, lo que supone
un salto de calidad respecto a las herramientas con las que se contaba
anteriormente.