Tuesday, December 16, 2008


TDAH: Aspectos Psicosociales.

¿Qué tienen de común la sociedad de consumo, la impulsividad y la falta de atención de los alumnos en la escuela?

Se pregunta el filósofo José Antonio Marina en su libro “Las arquitecturas del deseo” (2007)

Para sus escritos José Antonio Marina suele revisar un tipo de material sumamente revelador, aunque sea desdeñado por científicos y filósofos: libros de autoayuda, y de management, revistas femeninas y masculinas, tratados sobre marketing, consultorios sentimentales. La flor y nata de la inteligencia colectiva al servicio de la sociedad de consumo.

Escribir es el modo que tiene Marina de investigar, y esto hace que el texto sufra las mismas sorpresas y atascos, que padece la investigación con la que se identifica. Los rastros le conducen a lugares insospechados y sólo al final descubre la verdad.

Según Marina hay un sistema invisible que liga la sociedad de consumo, la impulsividad y la falta de atención. Un sistema, que conecta conceptos y valores.

Según Marina vivimos en el catálogo, en la apetencia programada, el centro comercial como metáfora del paraíso, al que se llega a través de la gozosa caída en la tentación.

Nadie esta libre de caer en las garras del deseo programado. La única marca que se lanzo al mercado precisamente para las personas que presumían ser independientes fue Malboro, con su imagen del vaquero solitario. Y los que presumían de invulnerables ante la publicidad cayeron como pajaritos.

La función de la publicidad es producir personas que deseen, hacer a los individuos concientes de sus carencias, inducir la emulación inacabable. Los psicólogos sabemos que la compra puede convertirse en una adicción, comprar es un ansiolítico. Una persona insatisfecha es un gran cliente.

¿Cómo despertar el deseo de comprar?

Para convertir deseable un objeto deben atribuírseles poderes mágicos relacionados con la felicidad. La publicidad a través de imágenes presenta su producto dentro de una combinación de cosas, el momento, el lugar, la compañía, la luz la música. Signos de distinción, aunque sea contradictoria una distinción masiva. La belleza de la mujer se asocia desde cepillos de dientes hasta tuercas.

Mercado, ansiedad, publicidad y la proliferación de deseos para mantener el dinamismo del mercado, están enhebrados.

Las apetencias son sociales y fugaces, relativas a individuos cuyo estatus envidiamos.

La publicidad recurre a modelos que dan envidia.

La excitación aumenta hasta pasar por caja y se desvanece como había aparecido. La compra por impulso el “caprichito”.

La moda es la cristalización de los deseos esbozados. Tiene éxito cuando puede dar figura a anhelos embrionarios... deseos efímeros, intensos y urgentes, la moda como arquetipo.

Lo importante no es ofrecer objetos sino experiencias.

Las parejas se separan buscando nuevas experiencias, todo se alquila, el mercado crea un sujeto versátil en la renovación de su identidad, pero libre de lazos. La moda es un deseo insaciable de lo nuevo. Estamos a un paso en que la publicidad pase a predicar el deseo de fidelidad.

Las personas formateadas por la sociedad de consumo soportan mal el aplazamiento de la satisfacción y la frustración. Nuestra cultura identifica placer con diversión y despretigia el esfuerzo, y la persona impulsiva y de atención frágil es el cliente ideal del mercado opulento. Un zapping deseante. Conciencia captado por todo y nada, la atención se vuelve caprichosa. Un dibujo que une el consumo, la depresión la fragilidad de las relaciones, y la falta de atención.

Marina muestra la relación entre los fracasos de las campañas de prevención de drogas o de la violencia machista, al mismo tiempo que fomentamos el sistema que induce a tomarlas o al machismo, metiéndonos alegremente en callejones sin salida.

El mercado induce deseos.

Unas veces el hambre nos mueve a comer y otras la visión de la comida, el deseo busca el premio, o la anticipación del premio genera el deseo.

Nadie reserva con meses de anticipación una plaza en un restaurante por que tenga hambre, sino por imaginarse allí, o que lo vean allí, o contar que estuvo allí.

Del impulso al deseo del deseo al proyecto. Deseo significa sed. Un problema viene a romper una situación estable y exige cambios para resolverlos y recuperar el sosiego

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