MAR DE FONDO y NUEVAS TECNOLOGÍAS

Los implícitos y supuestos sobre los que emerge el lenguaje cotidiano, la percepción y la acción, son estructuras generativas y mutantes: establecen las combinatorias posibles de lo que se puede hacer y pensar y lo que no se puede pensar en una constelación discursiva dada es decir, condiciones, o disposiciones, del discurso que operan en él, aunque no sean notadas, ni puedan ser notadas por el habla común, como marco a priori del saber de una época, con un principio de dinamismo interno, que opera por debajo de las consciencias, que se expresa en formas de operar y en prácticas discursivas, y que establece las condiciones de posibilidad de la aparición de unas ideas y no otras.

Sólo bajo el supuesto de que la verdad es una sola y estable el no poder conocerse a sí mismo es sinónimo de no poder conocerse en absoluto. Si el “mar de fondo” desde el cual emerge el lenguaje y lo real es histórico, entonces la consciencia de la verdad también puede serlo. Se puede pensar a la autoconciencia o mejor aún, en la “autoestima”, de manera no cartesiana, como discurso de un “interés”, que produce la realidad sobre la que interviene.

Las estructura de trasfondo, ya sea la Estructura Trascendental Kantiana, Espíritu de Hegel, Epistemes de Foucoult, Juegos de Lenguaje de Wittgenstein, Constructos Cognitivos de Kelly, Organización de Significados Personales de Guidano, Convenciones narrativas o Núcleos de intelegibilidad de Gergen etc., bajo estas condiciones, resultan de una reconstrucción a posteriori, que proceden desde los sentidos confrontados a lo empírico, y que contienen más bien una deducción de categorías y propiedades del sujeto, que una constatación de estructuras objetivas. El sujeto a estas alturas es difícil conceptuar ya sólo como un ente individual, es más inteligible como un campo que se auto-produce y en que la individualidad “es”, en tanto que pertenece a él. La subjetividad y el mundo serían dos términos producidos en un mismo interior auto-diferenciado. En un holograma físico, el menor punto de la imagen del holograma contiene la casi totalidad de la información del objeto representado.

No solamente la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte.

El principio hologramático está presente en el mundo biológico y en el mundo. Ese es el principio hologramático, el que nos ayuda a pensar que la realidad no está hecha de partes, como lo suponen los reduccionistas, ni tampoco de totalidades, como siguen creyendo los holistas.

El todo no puede concebirse sin las partes ni las partes sin el todo.

En el mismo momento en que la exposición de esas estructuras de trasfondo son de naturaleza narrativa o matemática, se ha transformado el trasfondo con su funcionar tácito, aparentemente incognocible y configurador de lo real, en objeto de otro “trasfondo”, que cuales peces en el agua, aún no podemos ver. La tragedia del saber es iluminar lo que cambia y por eso llega tarde a la fiesta. Cuando por fin logramos vislumbrar el mar de trasfondo que configura el sentido común de una época, es porque ya no somos precisamente eso, y es porque aún no somos algo completamente distinto. El drama de la lucidez es iluminar lo que muere.

El mar de trasfondo heredado de la Ilustración (Revolución Francesa, Renacimiento Italiano…Modernidad) y base de la racionalidad científica, es ni más, ni menos, aún la estructura conceptual de nuestras acciones y consiste en la confianza básica en los sentidos y en la razón formal para resolver problemas, es decir: sentido común. Es la creencia en la regularidad de lo real la que da sentido al intento de buscar leyes y hacer predicciones. En un sentido espacial regularidad significa que es posible integrar todo fenómeno en una clasificación, en algún lugar de un dibujo, y en un sentido temporal significa que al fenómeno es posible reconocerle constantes a través del tiempo. Lo medular del sentido común dominante y que corresponde en general al de las capas medias, es la tendencia a integrar lo diverso a una categoría y encontrar lo constante en lo cambiante.

Lógica Digital y un nuevo Sentido Común.

La racionalización del trabajo, del gobierno, de la vida cotidiana, la modelación de los procesos a sus procesos sintácticos subyacentes (ceros y unos), la inteligencia artificial y la digitalización general no es sino una nueva racionalidad más amplia y poderosa, que no es sino la emergencia de una nueva realidad.

Sólo en los límites de su situación en una época histórica puede el hombre, como individuo, modelarse a sí mismo. Pero todavía no conocemos y quizás nunca podremos, conocer, los límites en los cuales los hombres, colectivamente, pueden rehacerse a sí mismos.


Militar, política y económicamente, vivimos un proceso de lucha por el mundo (el advenimiento de una nueva base técnico-digital del mercado), que tiene un significado psicológico directo: somos testigos y participamos en una nueva contienda histórica que decidirá los tipos de hombres y mujeres que existirán en la tierra.
El hombre es una especie animal peculiar, en cuanto también es un desarrollo histórico. En términos de este desarrollo debemos definirlo, y en esos términos no encontraremos ninguna fórmula singular que lo explique: ni su anatomía, ni su psique, fijan su destino.

No sólo los límites de nuestro mundo son los límites de nuestro lenguaje, sino que también el lenguaje está en constante expansión y cambio.

No sólo los límites de nuestro mundo son los límites de nuestro sistema nervioso, sino que tampoco sabemos claramente cuales son esos límites.

El hombre crea su propio destino cuando responde a la situación que experimenta y tanto su percepción como su experiencia son complejos productos de la época histórica en que actúa. Por eso no crea su destino sólo como individuo, sino como miembro de una sociedad.
Pienso que es una parte necesaria ser capaz de celebrar la individualidad y la identidad y la expresión individual y al mismo tiempo entrever que esa individualidad es parte de una mente más grande, una mente global, colectiva. Decía Gregory Bateson, 'La mente individual es un sub-sistema de una mente más grande.' Esta mente más grande puede ser lo que la gente llama 'Dios'.