Los juegos son, desde el principio de nuestras vidas, una de las formas más importantes a través de la cual aprendemos. Primero a relacionarnos con nuestro entorno, a distinguir formas, interactuar con nuestra familia y a conocer todo lo que nos rodea. En la educación pre-básica la manera no es distinta, las tías del jardín, pandereta en mano, nos estimulan con actividades entretenidas para preparar nuestro intelecto para las ciencias y materias que estudiaremos más adelante y que van configurando la construcción de nuestros aprendizajes.
Sin embargo el juego a partir de los primeros años de colegio pierde terreno como método de enseñanza frente al pizarrón, los libros y profesores que, en general no desarrollan estrategias lúdicas en sus prácticas docentes .
Es así como, los niños y jóvenes se ven muchas veces con razón restringidos por sus padres, no pudiendo dedicar horas a juegos, privilegiando en la mayoría de los casos, exclusividad a las tareas escolares. Tanto es así que con el paso del tiempo cada vez jugamos menos, y ya de adultos es extraño jugar algún tipo de juego de manera frecuente (excluyo el deporte como juego).
Jugar de adulto conlleva el riesgo de ser catalogado como “poco serio” como si la seriedad fuera sinónimo de responsabilidad, eficiencia o madurez.
En el último tiempo ha surgido fuertemente en todo el mundo los juegos llamados MMORPG (Massive Multiplayer Online Role Playing Game) o en buen chileno juegos masivos de rol en línea, en los que para jugar necesitas no solo de un computador, sino que un computador conectado a Internet ya que no se puede jugar solo, es decir es un juego que se juega de a varios (miles y millones).
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