El cerebro adulto, a los menos ciertos partes, del mismo, es casi tan maleable como el del niño, pero hay una ley de hierro: lo que no se usa se pierde. Nuestro cerebro está diseñado para la acción; la pereza y la rutina lo intoxican. Por plasticidad cerebral se entiende la capacidad del sistema nervioso central para adaptarse continuamente a circunstancias cambiantes, esto sucede en todos los cerebros cada vez que aprendemos algo nuevo, y también cuando el cerebro se adapta tras hacerse producido una lesión; por ejemplo: una apoplejía. El ejercicio físico puede potenciar la función cerebral, mejorar el estado de ánimo e incrementar el aprendizaje. Las células cerebrales del hipocampo (una de las regiones cerebrales responsables del aprendizaje y la memoria) de los ratones con ruedas para correr, casi doblan en número a las de los ratones inactivos. Pueden dividirse y desarrollarse células nuevas en el hipocampo del adulto. El hipocampo crea y almacena mapas de espacio y se encuentra especialmente desarrollado entre los taxistas de Londres y los Artistas de la Memoria. El ejercicio físico tiene un efecto positivo sobre el ánimo, puede actuar como antidepresivo. Al incrementar la capacidad de los glóbulos para absorber oxígeno, el ejercicio mejora no solo las funciones muscular, pulmonar y cardiaca, sino también la función cerebral.
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