El trabajo de Damasio y su grupo nos dice que es posible obtener un mapa cerebral de nuestras emociones. Es de esperar que, conforme mejore la resolución de las técnicas de visualización, contaremos con una localización más precisa de nuestras emociones. Sin embargo, la pregunta que estos estudios no responden (y que para muchos pensadores no tiene respuesta) tiene que ver con la naturaleza subjetiva de nuestras emociones. Todos sabemos lo que se siente al estar feliz o triste pero no podemos saber si lo que yo siento como felicidad es exactamente igual a lo que cualquier otra persona siente como tal. Quizá este sea un ejemplo más claro de este dilema: usted y yo podemos ver el color azul pero no tenemos la seguridad de que su azul sea exactamente igual al mío. Es precisamente debido a esta limitación por lo que no podemos explicar a nadie lo que se siente estar feliz o en lo que consiste el color azul. Esta naturaleza subjetiva de nuestras percepciones es lo que se conoce como qualia y su estudio constituye, por ahora, la frontera entre la biología y la filosofía.
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