Sunday, March 05, 2006

La lógica y el mundo subatómico

Otros filósofos, que están muy lejos del punto de vista dialéctico, han comprendido las deficiencias de la lógica formal. En general, en el mundo anglosajón, ha existido tradicionalmente una mayor inclinación hacia el empirismo, y al razonamiento inductivo. Pero la ciencia necesita un marco filosófico que le permita valorar sus resultados y que guíe sus pasos a través de la masa confusa de hechos y estadísticas, como el hilo de Ariadna en el laberinto. Los simples llamamientos al "sentido común", o los "hechos" no son suficientes.

El pensamiento silogístico, el método deductivo abstracto, pertenece a la tradición francesa, especialmente desde Descartes. La tradición inglesa es totalmente diferente, fuertemente influenciada por el empirismo. Desde Gran Bretaña, esta escuela de pensamiento fue exportada a los Estados Unidos, donde echó raíces profundas. Así, el método de pensamiento deductivo formal no era característico de la tradición intelectual anglosajona. "Por el contrario", escribió Trotsky, "es posible decir que este [escuela de] pensamiento se distingue por un desprecio empírico soberano por el silogismo puro, lo que no impidió a los ingleses hacer conquistas colosales en muchas esferas de la investigación científica. Si se lo piensa bien es imposible no llegar a la conclusión de que el desprecio empírico por el silogismo es una forma primitiva de pensamiento dialéctico".

Históricamente, el empirismo ha jugado tanto un papel positivo (en la lucha contra la religión y el dogmatismo medieval) como negativo (una interpretación demasiado estrecha del materialismo, resistencia a generalizaciones teóricas amplias). La famosa afirmación de Locke de que no hay nada en el intelecto que no se derive de los sentidos contiene el germen de una idea profundamente correcta, pero presentada de una manera unilateral, que puede tener, y ha tenido, a las consecuencias más dañinas sobre el desarrollo futuro de la filosofía. Justo antes de su asesinato, Trotsky escribió sobre esto:

"‘No sabemos nada del mundo excepto lo que se nos da a través de la experiencia'. Esto es correcto si no se entiende la experiencia en el sentido de testimonio directo de nuestros cinco sentidos individuales. Si reducimos la cuestión a la experiencia en el estrecho sentido empírico, entonces nos es imposible llegar a ningún juicio sobre el origen de las especies o, menos aun, sobre la formación de la corteza terrestre. Decir que la base de todo es la experiencia significa decir mucho o no decir absolutamente nada. La experiencia es la interrelación activa entre el sujeto y el objeto Analizarla fuera de esta categoría, es decir, fuera del medio material objetivo del investigador, que se le contrapone y que desde otro punto de vista es parte de este medio, significa disolver la experiencia en una unidad informe donde no hay ni objeto ni sujeto sino sólo la mística fórmula de la experiencia. Un ‘experimento' o ‘experiencia' de este tipo es propio sólo de un bebé en el útero de su madre, pero desgraciadamente ese bebé no tiene la oportunidad de compartir las conclusiones científicas de su experimento".59

El principio de indeterminación de la mecánica cuántica no se puede aplicar a los objetos ordinarios, sólo a los átomos y partículas subatómicas. Las partículas subatómicas se rigen por leyes diferentes a las del mundo "ordinario". Se mueven a velocidades increíbles, 1500 metros por segundo por ejemplo. Se pueden desplazar en diferentes direcciones al mismo tiempo. En estas condiciones, las formas de pensamiento que se aplican para la experiencia diaria dejan de ser válidas. La lógica formal es inútil. Sus categorías blanco-o-negro, si-o-no, lo tomas o lo dejas no tienen ningún punto de contacto con esta realidad fluida, inestable y contradictoria. Todo lo que podemos decir es que esta y esa moción son probables, con un número infinito de posibilidades. Lejos de seguir las premisas de la lógica formal, la mecánica cuántica viola la ley de la identidad afirmando la "no-individualidad" de las partículas. La ley de la identidad no se puede aplicar a este nivel, porque no se puede fijar la "identidad" de las partículas individuales. De ahí la larga controversia entre "onda" y "partícula". ¡No podía ser las dos cosas! Aquí "A" resulta ser "no-A", y de hecho "A" puede ser "B". De ahí la imposibilidad de fijar la posición y velocidad de un electrón a la manera absoluta y concreta de la lógica formal. Este es un problema serio para la lógica formal y el "sentido común", pero no para la dialéctica o la mecánica cuántica. Un electrón tiene las cualidades de una onda y de una partícula, y esto se ha demostrado experimentalmente.

En 1932 Heisenberg sugirió que los protones en el interior del núcleo se mantenían unidos por lo que el llamó fuerza de intercambio. Esto implicaba que protones y neutrones estaban cambiando constantemente de identidad. Cualquier partícula dad está en un estado constante de flujo, cambiando de protón a neutrón y viceversa. Sólo de esta manera se mantiene unido el núcleo. Antes de que un protón pueda ser repelido por otro protón se convierte en un electrón, y a la inversa. Este proceso en el que las partículas se convierten en su contrario tiene lugar de manera ininterrumpida, de tal manera que es imposible decir en un momento determinado si una partícula es un protón o un neutrón. De hecho es ambos: es y no es.

El intercambio de identidades entre electrones no significa un simple cambio de posición, sino un proceso mucho más complejo en el que el electrón "A" interpenetra con el electrón "B" para crear una mezcla de, digamos, 60% "A" y 40% "B", y viceversa. Más tarde pueden haber cambiado completamente de identidad, con todos los "A" allí y todos los "B" aquí. Entonces empezará el flujo a la inversa en una oscilación permanente, implicando un intercambio rítmico de las identidades de los electrones, que continua indefinidamente. La vieja y rígida ley de la identidad se desvanece en este tipo de identidad-en-la-diferencia pulsante, que subyace en toda la existencia, y que recibe expresión científica en el principio de exclusión de Pauli.

Así, dos milenios y medio más tarde, el principio de Heráclito de que "todo fluye" resulta ser cierto literalmente. Aquí tenemos, no sólo un estado de cambio y moción incesantes, sino tambiÉn un proceso de interconexión universal, y la unidad y lucha de contrarios. No sólo los electrones se condicionan los unos a los otros, sino que en realidad se convierten los unos en los otros. ¡Qué lejos del universo idealista estático e inmutable de Platón! ¿Cómo se fija la posición de un electrón? Observándolo. ÀY cómo se determina su momento? Observándolo otra vez. Pero en ese período de tiempo, incluso en un lapso de tiempo infinitesimalmente pequeño, el electrón ha cambiado, y ya no es el que era. Es otra cosa. Es a la vez una partícula (un "punto", una "cosa") y una onda (un "proceso", movimiento). Es y no es. El viejo método de blanco o negro de la lógica formal utilizado por la mecánica clásica no nos puede dar resultados aquí debido al propio carácter del fenómeno.

El 1963, físicos japoneses plantearon que la partícula extremadamente pequeña llamada neutrino cambiaba de identidad en la medida en que viajaba por el espacio a velocidades altísimas. En un momento era un electrón-neutrino, en otro un muon-neutrino, en otro un tauón-neutrino, y sucesivamente. Si esto es cierto, la ley de la identidad, que ya ha recibido fuertes golpes, habría recibido su golpe de gracia. Una concepción rígida de este tipo está claramente fuera de lugar cuando se enfrenta a cualquiera de los fenómenos complejos y contradictorios de la naturaleza descritos por la ciencia moderna.

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